jueves, 17 de septiembre de 2009

Para mi padre.

Por: Lustein Baldemar López Alcázar.

Admito que se alojan en mí, sentimientos encontrados, cuando te veo caminar lentamente. El tiempo y la debilidad de tu cuerpo se alían en lucha frontal contra ti. Tu semblante ya no es el mismo, las canas invaden lentamente tus sienes. Añoro tu vigor y la energía de tu ser como la fuerza del sol de medio día. El poder de tu legado es mayor que el golpe lento del cronos. Aún cuando te hayas ido, seguirás de pie, con tu sonrisa franca y tu gran corazón.
Papá, en todo este tiempo de vida, he aprendido tanto de ti, que aunque;
No fuiste ingeniero, construiste una comarca de bien que rodeo a nuestra familia.
No fuiste chofer, pero supiste conducirme por el camino del entendimiento y del respeto.
No fuiste un economista, pero supiste administrar lo que ganaste y a nadie le debes algo.
No fuiste abogado, pero me enseñaste el derecho, la justicia y la sana convivencia.
No fuiste médico, pero cuidaste de mí en la enfermedad.
No fuiste psicólogo, pero siempre me has comprendido.
No fuiste cómico, pero siempre me aliviaste el alma haciéndome reír.
No fuiste cocinero, pero nunca padecí hambre.
No fuiste escritor, aunque escribiste tu historia en mí.
No fuiste navegante, pero me enseñaste a darle sentido a la vida.
No fuiste presidente, pero tu administración es justa y prospera.
No subiste a un cuadrilátero, pero has luchado toda tu vida con fuerza y valor.
No fuiste santo, porque como yo, eres humano.
Hoy entiendo que eres un hombre excepcional, que ha sido todo y de todo por amor a tu familia.
Con admiración y respeto.
Tu hijo, Lustein.

No hay comentarios:

Publicar un comentario